Muchos ha sido los espías famosos en la historia, tanto reciente como de otras épocas, pero seguramente pocos han despertado tanto interés como Mata Hari, una legendaria bailarina de origen holandés. Salió de su vida provinciana para convertirse en la “Femme Fatale” por excelencia.

Su nombre real era Margaretha Geertruida Zelle nacida en Leeuwarden, Países Bajos, en el 7 de agosto de 1876 y falleció por fusilamiento en Vincennes, cerca de París, 15 de octubre de 1917 Pocos espías han despertado tanta fascinación como Mata Hari (1876-1917).

Su padre, Adam Zelle, sombrerero de profesión, y su madre Antje van der Meulen la cual murió a temprana edad, al morir la madre de Margaretha, su padre tubo suplir la ausencia materna ofreciendo excesivos cuidados hacia una joven presumida que muy pronto destacó por su belleza.

. A sus 18 años mantuvo contactos con un señor mayor que conoció a través de una página de contactos de un periódico y poco tiempo más tarde se casaron. Su nuevo marido el señor Campbell MacLeod, capitán de 39 años con el cual se fue a vivir a Indonesia, cuando todavía era colonia holandesa, donde él estaba destinado.

Allí tuvo dos hijos con el capitán, inicialmente todo fue bien, descubriendo con admiración el Oriente y los secretos de las danzas javanesas. Pero una lamentable desgracia golpeo a la familia a causa de la muerte de uno de sus hijos, eso llevo a su marido a caer en el alcoholismo, eso la llevo a descubrir los secretos de las danzas javanesas y las técnicas amatorias orientales frecuentando lugares poco aconsejables.

Se armó de valor y amparada en su exótico físico, se embarcó rumbo a Europa, bajo una nueva identidad, se lanzó al mundo del espectáculo en París como bailarina con el nombre de Mata Hari ("ojo del alba", en idioma javanés), especializada en danzas eróticas. Pronto conquisto la fama y su camerino empezó a ser frecuentado hombres ricos, políticos y militares que empezaron a engrosar su lista de amantes. Antes de la primera Guerra Mundial fue la prostituta de lujo más famosa de la época, recorrió todas las ciudades de Europa con sus amantes y bastantes secretos de política.

Cuando la primera guerra mundial comenzó en julio de 1914, fue sorprendida trabajando en un espectáculo de Berlín donde empezó a fraguarse su leyenda de espía, aprovechando su larga lista de amantes ofreciendo información a ambos bandos.

El 13 de febrero de 1917 fue arrestada y sometida a juicio de guerra, donde se la condenó a muerte acusada de aprovechar sus artes amatorias para extraer información como agente secreto de Alemania. Ella lo negó todo.